Abre los ojos, arriba.

Fernando Reátegui Marchesi
4 min readApr 1, 2021

Luego de tres días de debate presidencial y la censura del histórico, y muy premiado, documental peruano “La revolución y la tierra”, queda claro que la derecha en nuestro país está pasando por su peor momento.

Empecemos por el debate. Esta trilogía retórica permitió que los y las candidatas expusieran, en algunos casos, sus propuestas en caso lleguen al sillón presidencial; en otros simplemente balbucearon, vociferaron y esquivaron, sus libretos, mentiras y preguntas.

El primer día fue, tal vez, el que tuvo mayor impacto considerando el nivel de propuestas, seriedad y preparación de los candidatos, con excepciones, por supuesto. La ganadora de este primer día, Veronika Mendoza, no sólo expuso sus propuestas sino que sustentó de manera clara y concisa como financiarlas, guste o no el método. Keiko Fujimori, por su parte, mantuvo la ecuanimidad y la calma frente a los ataques, justificados, de sus contrincantes. Excepto cuando un avezado George Forsyth decidió consultarle, con un poco de cacha, sobre su participación en operativos policiales, pero no como detenida. El cambio de tono y énfasis en la hija del dictador fue mágico. El resultado, devastador para el ex pelotero.

El que sorprendió a la derecha indecisa fue Alberto Beingolea, quien ofreció un despliegue de su experiencia televisiva, más allá de lo generales y poco sustentadas propuestas. Tener más de treinta años en televisión pesan bastante en estos formatos. Aunque sólo bastaba con cuestionarlo sobre su rechazo a la SUNEDU cuando fue congresista, o recordarle la alianza del PPC con el Apra en el 2016, o refutar alguna de sus risibles propuestas como encarcelar a todos los delincuentes en Chapallalca, pese a tener capacidad para 120 reclusos, y la burbuja hubiera reventado. Pero nadie contestó el telefonito.

El segundo día fue un despliegue de desinformación y propuestas demagógicas. Por un lado, un Hernando de Soto que aseguraba haber planteado la solución para todos los problemas del mundo a lo largo de su vida, fue la gran inspiración para los extraordinarios, y muy necesarios, memes post debate. Por otro lado un avejentado Ollanta Humala cuestionaba constantemente al omnipotente de Soto, lo cual hubiera sido genial, si es que no hubiera sido alguien con tamaño rabo de paja como él mismo. Poner los resultados de su gobierno como ejemplo de efectividad, me hizo recordar al 2011, cuando el fujimorista Jorge Trelles resaltaba las bondades de su partido con un “nosotros matamos, menos”.

El tercer día colocó al mítico Rafael Lopez Aliaga en el manual de chistes de todos los peruanos, debido a que nunca dejó de leer, o intentar leer, los papeles que tenía al frente. Un personaje que levantó la mirada contadas veces, que sudaba y balbuceaba, cual estudiante que sustenta su tesis de boleto después de tres días de juerga. “Estratégicamente” tenía a su tocayo, Rafael Santos, para protegerlo de cualquier ataque. Este último tenía un papel muy claro, no hizo una sola propuesta, le dió la espalda a López Aliaga, y sólo se dedicó a atacar a gritos a Julio Guzmán, Daniel Salaverry y Jhonny Lescano, calificándolos de corruptos y mentirosos. Fue tan evidente lo que hacía, que un indignado Guzmán, lo calificó de “chaleco” de López Aliaga, lo que sobresaltó a los moderadores, quienes fueron más permisivos con Santos sin dudarlo. No obstante, todos los televidentes, con canchita en mano, esperábamos ver a un candidato morado más decidido y seguro en sus ataques, tan prometidos durante semanas. Parecía que la emoción del debate lo hizo creer que aún tiene posibilidades de ganar algo y se olvidó de su verdadero propósito. Chaos nunca explotó.

Para el elector amante del status quo y el libre mercado, estos tres días deben haber sido traumatizantes, en el mejor de los casos. Y es que el menú diestro ofrece de todo, y de muy mala calidad. Acuña, Beingolea, Forsyth, Fujimori, De Soto, Humala, Urresti, Lescano, López Aliaga, Salaverry y Santos. Ya sean ellos mismos o sus equipos técnicos, los prontuarios que se ostentan son “de lujo”. Desde robo hasta peculado. Desde violencia doméstica hasta violación. Desde corrupción hasta organización criminal. El combo de la mitomanía disfrazada de experiencia tiene al votante conservador sin saber qué ver, pensar o decir.

Esta desesperación los llevó a levantar su voz de protesta (desde las redes sociales por supuesto, ellos no marchan), cuando el documental “La revolución y la tierra” iba a ser transmitido en señal abierta por TvPerú, el canal del estado. Lo calificaron de un acto “sesgado políticamente”. Claro, porque hablar abiertamente de la historia del Perú, incluyendo puntos de vista varios, no es conveniente. Ya hicieron un buen trabajo jugando con la corta memoria de la población, no les pueden tirar todo por la borda mostrándole a la gente lo que realmente sucedió.

Decir que la Reforma Agraria, más allá de su pobre desempeño, era algo necesario debido a la dinámica esclavista que imperaba en las haciendas a lo largo del país, puede resultar incómodo para aquellos que recuerdan con melancolía los lamentos de sus padres y abuelos, entre olor a pisco y habanos, indignados por perder el privilegio de que un afrodescendiente los cargue del caballo a su mansión.

Esta incomodidad determinó la detención de la transmisión del premiado documental, por “no ser oportuno”. Lo sorprendente de este detalle es que siempre se pensó que sería la izquierda, caviar, comunista, terrorista, pensamiento Soros, la que utilizaría estas técnicas intimidatorias para censurar contenido. Ahora vemos que dicha “censura” depende de quién la determine. Tan “aleatorio” cómo aceptar sin pestañear (y justificar) que Hernando de Soto cite a Abimaél Guzmán en pleno debate, y que se le note el orgullo de ser calificado como agente del imperialismo.

Veo a amigos de centro y de derecha confundidos, cabizbajos, decepcionados, sin un norte claro. Incluso algunos rechazando su participación en las próximas elecciones. Pero también los veo incapaces de mirar, si quiera por un momento, a otro lado que no sea el que han aceptado, confundidos, cabizbajos y decepcionados, durante toda sus vidas.

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Fernando Reátegui Marchesi

Comunicador Audiovisual. Apasionado de la política y los movimientos sociales.